LA VARA DE LUZ . cap.72

La boca abierta.
Al momento, esos caballeros, cogieron cada uno un chico, y les montaron junto a ellos en sus caballos, llevando los cuatro cogida de su mano y de la de los chicos, la vara de luz. Se adentraron en esa puerta de maldad y lucharon con todas sus fuerzas contra esa tiniebla oculta, que cada vez enviaba más tristeza. Se adentraron hasta la total oscuridad. Luchaban sin saber con quién, oculto entre las grandes nubes oscuras, lanzándoles a los caballeros relámpagos, para tirarles de los caballos. En uno de esos relámpagos, Ícaro giró el caballo y se lanzó con toda su fuerza ante esa nube, que no se daba a conocer. Anthea, iba detrás. Con la fuerza que le había dado el gran ángel, de sus manos levantó una gran tormenta. Al lanzar Ícaro la vara para acabar con esa nube, se abrió. Dejó ver su debilidad y Anthea aprovechó para enviar esa tormenta. Abrió sus manos para atraer hacia ella de nuevo esa vara, y en ella, meter toda esa maldad y tristeza que había, para luego enviarla y reemplazarla por energía pura y limpia, que volvía a salir de esa vara de luz. Lucharon contra un poderoso árbol, que cogió fuerzas de ese mundo cruel, y se las enviaban en hojas puntiagudas y envenenadas hacia ellos.
Fransua luchó contra él árbol , y agarrado de esa vara y de su caballero, le envió tanto poder de luz, que cayó abrasado. Al intentar salir de esa vida, se dieron cuenta de que la puerta por la que entraron se estaba cerrando. Elizabeth, les gritó : -¡Tenemos que darnos prisa. Apenas nos queda tiempo! -. Al mirar hacia atrás, vieron una avalancha de hormigas gigantes, carnívoras. A Ícaro, tanto valor le había dado el ángel que no se lo pensó, y se quedó atrás, para enviarles fuego y un gran viento pero así todo, no cesaban de llegar. Elizabeth, cogió la vara de luz y con su caballero al galope, se dirigió hacia esa avalancha. El caballero la agarró la vara de luz y la mostró cómo tenía que hacerla girar en el aire, para convertirse en una gran piedra. Así lo hizo Elizabeth, y antes de convertirse en una gran piedra, estando aún en el aire. Continuará.