EL GRAN ÁNGEL . cap. 59

Cuando todo estuvo dispuesto y habían reposado del viaje, les llamó el ángel enviado, para hacerles saber que tenían que ir a la sala del séptimo círculo. Les explicó que era una de las tantas salas que había en el castillo, especiales para visitas tan bien acogidas. Para llegar a esa sala, tenían que pasar por unos pasillos que sus puertas, rodeándolas, se iban abriendo según pasaban, y antes de entrar en la sala del séptimo círculo, entraron en un gran pasillo, cubierto de círculos de colores, que iban girando.
Los chicos, se lo estaban pasando genial. Puma y Drocus, decidieron pasar ese pasillo volando, porque no lograban ponerse de pie. Daysy y Xiri, fueron encima de ellos. Los ángeles y hadas, tuvieron que ir a su encuentro por su tardanza. Estaban tan entretenidos pasando los círculos y haciéndose caer entre ellos, que no se habían percatado de que les estaban esperando en la séptima sala.
Al llegar, se quedaron con los ojos bien abiertos, observándolo todo, sin saber qué decir por lo que estaban viendo. Aquel ángel tan especial, estaba esperándolos, cubierto de unas luces de intensos colores y a esa sala, su gran resplandor, la llenaba entera de su luz. Era una imagen preciosa. Él estaba de pie, mirándolos con una linda sonrisa, y sus brazos, cubiertos, preparados para abrazarles. Elizabeth, sin saber cómo, fue impulsada hacia él, por todo el amor que desprendía de él. Le abrazó fuertemente, y él respondió con otro abrazo y con una voz muy dulce, la dijo : - Hola, Elizabeth. Tenía ganas de abrazaros y deciros que sois unos chicos muy especiales, por todo lo que estáis haciendo y ayudándonos a descubrir la verdad. Seréis recompensados. Tendréis una vida muy especial, cargada de muy buenas sorpresas, que sé que serán de vuestro agrado, y seréis inmensamente felices en todos los sentidos -. A Elizabeth, al escuchar aquellas palabras tan cargadas de amor, se le cayó una lágrima por su mejilla, a lo que el ángel, con su suave mano, se la quitó y la dijo : - Eres todo corazón, Elizabeth, y por eso tú vas a ser alguien muy importante en esta vida -. Elizabeth le dio las gracias -.
El ángel, llamó a Anthea, Ícaro y Fransua y ellos fueron hacia él, para abrazarle y les dijo que eran muy valientes, y que estarán siempre protegidos, por confiar en ellos, en esos seres de luz que un día les llamaron. Acabó diciendo : - Y por todo eso, hemos decidido hacer una fiesta dedicada a vosotros -. Los niños, en agradecimiento, le dieron las gracias. Dijo el ángel : - Corred el telón, y aquel telón que cubría esa habitación, le apartaron, para dar luz a una gran sala, cargada de enormes sorpresas, entre ellas, un gran tiovivo, con unos caballitos muy especiales, dispuestos para hacerles felices. Iban hacia los niños, para que se subieran encima, y así, colocarse en el carrusel, para colocarse a dos patas, preguntándoles si corrían más o iban más despacio, si el salto le querían más grande…
En otra zona de la sala, había una barquita de una hoja sola, que les llevaba de repente a una gran lucha de piratas, claro, de broma, como que de repente se encontraban en una cantina, bailando, y de pronto, en otro lugar, jugando con unas muñecas que te llevaban a una cabaña, para jugar y tomar el té, como envuelto en una avalancha de indios, dispuestos a enviarte sus flechas. En otra zona, había una isla paradisíaca, cubierta de frutas, y en el océano, unos delfines, haciendo mil dibujos en el aire para llamar la atención de los niños y a su lado, las tortugas con su gran caparazón, que Ícaro quiso montarse en ellas. En otra zona. Continuará.