LA GRUTA DEL AGUA . cap. 22

uno de los enarosos , Elizabeth se dio cuenta de lo que la explicó el hada de los libros, y sus palabras fueron : ‘’ El libro, ellos no pueden leerlo, necesitan algo más, y unos poderes que ellos no tienen ‘’ , por eso se dio cuenta que estaba en lo cierto, que sí, que aquel era el lugar y que efectivamente, el libro estaba allí.
El ángel de la oscuridad mandó callar a los enarosos , y siguió con su plan : - ¿Así que decís que aquí hay un libro, verdad? -. Elizabeth contestó : - Sí -. El ángel les dijo : - Pues si así lo creéis, por qué no buscáis, a ver si lo encontráis, y si es así, os dejaré marchar -.
Fransua preguntó : - ¿Con el libro? -, y le respondió el ángel : - Sí, con él, pero como no hay ninguno de esa índole, pues pensad lo que os va a pasar - , y del mismo modo que llegó, desapareció en el aire.
Elizabeth les dijo a sus amigos : - No sé por qué, pero no le creo. No nos va a dejar salir, y menos con el libro -. Anthea la dijo : - Pero Elizabeth, ¿estás segura de que está aquí el libro? -, Elizabeth la contestó : - Sí, y si no, ¿por qué comentó uno de los enarosos que qué libro es el que no se puede leer? Si lo saben, es porque le tienen -.
Sus amigos, en esa frase no habían caído, y al comentarlo Elizabeth, se dieron cuenta que efectivamente, tenía razón.
Ícaro les dijo : - Pues entonces tendremos que buscarlo, ¿no? ¿Por dónde empezamos? -. Elizabeth les dijo : - Lo primero es pensar cómo salir de aquí. No sé si os habéis dado cuenta, pero estamos totalmente rodeados por agua, así que habrá que pensar algo -. Fransua, dijo : - ¿Y si volamos? -. Lo intentaron, pero con sus burbujas, sus alas no podían abrirse y salir de ellas. No podían, así que siguieron pensando.
Pidieron ayuda a su burbuja, preguntándola cómo salir de ese lugar, pero no obtuvieron respuesta. Elizabeth, les dijo : - ¡Esperad, chicos! Dejadme que intente una cosa -, y se fue hacia el agua. Sus amigos, empezaron a llamarla, gritándola : - ¡Elizabeth, te has vuelto loca! ¡Qué vas a hacer! -, pero ella, sin hacerles caso alguno, presintiendo que iba a salirle bien, se lanzó con su burbuja al agua, y antes de meterse, se visualizó, metida en su burbuja, andando por encima del agua, y comenzó a andar por aquel largo río, y se dio cuenta de que lo estaba haciendo. No se hundía, así que se lo dijo a sus amigos : - Tenéis que visualizaros y veréis cómo lo logramos -.
Iban pasando poco a poco ese río y antes de llegar a una gran cascada, unos peces de colores y de apariencia simpática, fueron a su encuentro. Comenzaron a decirles : sabemos la salida. Tened cuidado, no os podéis fiar. Dejad que os acompañemos.
Daysy, que había vivido mucho tiempo en ese mundo, conocía todas las malas maneras de obrar de esos seres, y a aquellos peces años atrás los conoció, por eso les dijo a los niños : - Parad, ni se os ocurra cogerlos, son venenosos. Su capacidad de veneno es mortal -. Entonces, los niños apartaron sus manos, e Ícaro le dio unas patadas para echarlos de su lado. En eso, aquellos peces dulces y de colores, se volvieron feos, cargados de espinas y de escamas, con cabezas oscuras y enormes. Los niños, al verlos, echaron a correr, y por intentar escapar de esos bichos inmundos, entraron en la gran cascada.
Fransua, exclamó : - ¡Uyy, por pocas! Nos hemos salvado por muy pocas -. Ícaro, preguntó : - ¿Qué clase de bicho es ese? Era feísimo, grande gordo. ¡Ayy, qué asco me dio! -.
Los niños, agotados de tanto correr, quisieron descansar un rato, sentados en una roca que vieron. Al acercarse a ella, Daysy les dijo : - Mirad. Continuará.